El local contaba con una altura de 4m, unos ventanales enormes y estaba dividido en dos alturas con una bonita escalera. 
Prácticamente toda la fachada de la planta de arriba era una cristalera, conseguir controlar la altura y esos ventanales, se convirtió en el principal objetivo del proyecto.
Para acotar el espacio destinado a escaparate decidimos crear otros usos pegados a los ventanales, como el mostrador, de forma que el encargado controlase toda la tienda desde la entrada y la zona de escaparate abierto donde el cliente se convierte en el elemento expuesto. 
En esta franja perimetral, también está la puerta de entrada que queda retranqueada, delimitando también el mostrador.
Una serie de muebles de DM lacado diseñados a medida, delimitan estas zonas, y sirven como expositores y almacenamiento del producto.
Luisa Chillida, encargada de la gráfica, diseñó unos vinilos a juego con el logo, para poner en los ventanales y ayudar a delimitar las zonas que queríamos que se viesen desde fuera y las que no, y viceversa.
En la escalera la barandilla se sustituyó por una de obra que dejaba unas hornacinas hacia la escalera, convirtiéndola en parte del espacio expositivo.
Toda la fachada se forró en chapa de hierro pintada de blanco y en el suelo pusimos un mortero autonivelante de resina epoxi blanco, todos los materiales escogidos, crean una atmósfera blanca y relajada, que hace que resalte más el producto expuesto.